Menos PROUST
[CLUB DE LECTURA OURENSE] "No salgo de mi asombro, me niego a salir de él, no quiero acostumbrarme". Antonio Muñoz Molina, El jinete polaco.
24 de octubre de 2015
Una desolación de Yasmina Reza. Titulares
"De la agresividad a la nostalgia".
"Reflejo de una generación".
"Novela densa".
"Yasmina Reza intenta contestar a una pregunta: ¿cómo afrontar el final? ¿Cómo aceptar la muerte?"
16 de octubre de 2015
Más Balzac y menos sastrecilla
"No estábamos ya en la época de las Mil y Una Noches.
En nuestras sociedades contemporáneas,
sean socialistas o capitalistas,
ser narrador ya no es, por desgracia,
un oficio".
A Dai
Sijie le ha salido una novela bastante
irregular aunque cargada de contenido.
Irregular por los experimentos de un narrador
que de pronto da la voz a dos personajes en un momento en que no tiene ningún
sentido. El mismo narrador que se empeña en sacarnos de la historia y romper la
intensidad y la verosimilitud del relato. Hay maneras más elaboradas de introducir
una nota histórica que ese chirriante “Dos palabras sobre la reeducación”;
se hacen innecesarios recuerdos como el siguiente: “he mencionado ya su nombre
al relatar nuestro encuentro con el padre de la Sastrecilla”, en una novela de
192 páginas y un puñado de personajes.
Tomando el texto como un homenaje
a la literatura, me quedo con su parte de Balzac, con las escenas con una
maleta cargada de libros como protagonista, con esa versión china de Un viejo que leía novelas de amor,
recordando la parte más sagrada del libro como objeto. Aquí el choque cultural
es mucho menor (o no está tan explorado) que en la novela de Sepúlveda. Como en
aquella, me quedo con ganas de más Balzac y menos sastrecilla, personaje que
fascina a muchos lectores (a través de los ojos de los protagonistas) pero que
se queda corta encarnando el poder liberador de la lectura.
Esa fair lady, esa Marisela que escapa del afán educador de su maestro,
es la protagonista de un final decepcionante con una sentencia que no es
precisamente para poner en tu estado de Whats App: “la belleza de una mujer es un tesoro que no
tiene precio”. Belleza – mujer – precio. No me suena a libertad, a
transgresión, a futuro.
El homenaje no se queda solo en lo literario,
sino que enfrenta el arte a la ignorancia. En esa gran escena que abre el libro,
el protagonista tiene que salvar su violín del oscurantismo de unos aldeanos
que sin embargo quedan fascinados por el mecanismo de un simple despertador. El
cine es la tercera vía de escape de estos personajes atrapados en un laberinto
de normas y prohibiciones absurdas.
Dai Sijie reivindica la literatura más pura,
la oral, en sus formas más primitivas (el molinero y sus canciones populares) y
en las más elaboradas, con uno de los personajes principales convertido en
narrador profesional, contador de historias, portador de la palabra. La escena
del cine oral es una de mis
preferidas.
Los héroes siguen cierto patrón clásico en su
evolución: expulsados de su hogar, deben pasar una serie de pruebas (el trabajo
en el campo, la mina, el acantilado), encuentran un objeto mágico (la maleta),
luchan por el amor de la princesa y reciben oráculos en forma de pesadillas y
alucinaciones.
Los libros, por su parte, terminan, a lo Ray
Bradbury, en la hoguera (¿por despecho?) en una escena demasiado obvia y
tirando a lo sensiblero:
La cerilla estuvo a punto de apagarse a medio camino y
ahogarse en su propio humo negro, pero recuperó el aliento, vacilando, y se
acercó a Papá Goriot que yacía en el
suelo, ante la casa sobre pilotes. Las hojas de papel, lamidas por el fuego, se
retorcieron, se acurrucaron unas contra otras y las palabras se lanzaron hacia
el exterior. La pobre muchacha francesa fue despertada de su sueño de sonámbula
por este incendio; quiso huir pero era demasiado tarde. Cuando encontró a su
amado primo, estaba ya sumida en llamas, con los fetichistas del dinero, sus
pretendientes y su millón de herencia convertidos todos en humo.
Tres cerillas más encendieron, simultáneamente, las hogueras
de El primo Pons, de El coronel Chabert y de Eugenia Grandet. La quinta alcanzó a
Quasimodo que, con sus abultamientos óseos, huía por los adoquines de
Notre-Dame de París, con Esmeralda a cuestas. La sexta cayó sobre Madame Bovary. Pero la llama tuvo de
pronto un momento de lucidez en el interior de su propia locura, y no quiso
comenzar por la página donde Emma, en la habitación de un hotel de Ruán,
fumando en la cama con su joven amante acurrucado a su lado, murmuraba: «Me
abandonarás…». Aquella cerilla, furiosa pero selectiva, decidió atacar el final
del libro, la escena en la que Emma cree, justo antes de morir, escuchar a un
cantor ciego.
P.D. El año pasado Mo Yan nos dejó noqueados
con su escatología. Se confirma el gusto de los autores chinos por lo
escabroso: aborto, piojos, excrementos, sangre coagulada… La estrella en este
caso es la escena de dentista improvisado perforando una caries con una aguja
de coser. Es curioso que este hecho (al igual que el relato del buey sangrante
que sacrifican para Cuatrojos) aporta poca cosa a la trama, pero sin embargo es
descrito con toda la minuciosidad del mundo.
Dai Sijie
Balzac y la joven costurera china
Barcelona,
Salamandra, 2001
Balzac y la joven costurera china de Dai Sijie. Titulares
Como si de frases para tapas de bestsellers se tratase, aquí van algunos titulares:
"Pequeña joyita"
"Los protagonistas rescatan los libros y los libros los rescatan a ellos"
"Totalmente prescindible"
"Pequeña joyita"
"Canto a la rebeldía (muy suave, eso sí)"
"Los protagonistas rescatan los libros y los libros los rescatan a ellos"
"Homenaje al poder de la palabra, escrita y oral"
28 de abril de 2015
Roteiro literario: A esmorga de Eduardo Blanco Amor (Auria)
“Nós íamolas facendo de tal xeito coma si as fixeramos sen darnos conta, ao
menos polo tocantes a min, pra que logo non tivesen remedio, coma quen vai
fechando portas tras de sí e guindando coas chaves, coma pra non querer voltar,
tal coma si adrede camiñáramos á nosa pirdición”.
O Cibrán, o Bocas, o
Milhomes, e Auria. A cidade é tamén
protagonista na novela A esmorga. Unha
cidade construída con rúas de verdade e outras un pouco máis de cartón, porque
don Eduardo Blanco Amor mestura
realidade e ficción como lle peta, que para iso converteu Ourense en cidade
literaria (das boas), privilexio que só teñen unhas poucas.
Auria é testemuña dunha
esmorga antolóxica, e os tres esmorgantes aquí volos presento:
“-Sí, señor, sí; os mesmos.
O Juan Fariña e o Eladio Vilarchao, que están eí nos papéis, son o Bocas e o
Milhomes polos alcumes, que é como eiquí nos conecemos todos e que non ofenden
a ninguén, porque Xan e Aladio poden ser calisquera, pro o Bocas e o Milhomes
só poden ser os que son, do mesmo xeito que eu son Cipriano Canedo e me chaman
Cibrán ou o Castizo, como vostede goste”.
Fáltanos outro persoaxe máis
para entender, a chuvia, “dígolle que a chuvia tivo moita da culpa…”.
Así que o día perfecto para
facer o roteiro terá que ser chuviñento. Un luns día 6, véspera de feria, se
queremos ser estritos de máis. Temos liberdade de beber onde queiramos, xa que
das tabernas da Esquilacha, do Chaguazoso, o Mesón do Roxo…, non hai nin
rastro. Se seguimos o percorrido dos esmorgantes segundo as páxinas da novela
notaremos que estamos a dar voltas e voltas, o que ven de medo para acentuar o
efecto de viño e augardente. Para ser fieis de todo a Blanco Amor, hai que
botarlle imaxinación. Aquí quedan os feitos e que cadaquén esmorgue a gusto.
“-¿Feitos? Feitos sonlle
todos, tanto os que pasan fora dún coma os que pasan dentro dún. O que pasóu,
pasóu. E arestora xa ren queda do que pasóu fora dún, senón dentro dún. Agora
todo está dentro de mín, e si non me peta de me valeirar do que teño dentro,
pois o que pasóu queda coma se non tivera pasado”.
O punto de partida
As obras da estrada que se
estaba a construír en Ervedelo eran o destino sinxelo do Cibrán, o lugar onde
nunca chegou…
“A casupa onde vive a
Raxada, desque se foi da casa da Monfortina por mor do pequecho, quedáralle dos
pais cunhas leiras darredor, que vendéu cando se puxo ao trato. Está máis aló
de Mariñamansa, así que eu tiña que saír con noite para estare ás sete da mañá
en Ervedelo que é, como vostede me enseña, por onde veñen as obras da
carreteira, que eu traballo por alí, a par da ponte que están erguendo a todo
bulir para que poida pasar o diputado, que disque ven o mes que ven, co gallo
das eleiciós…”.
Placa nº 1. Avenida de Zamora 13 (Edificio da
Consellería de Sanidade)
A primeira parada é na taberna da tía Esquilacha, na que tan quentiño se está. Lástima da parella da garda civil que espantou ós nosos esmorgantes…
“Con que, vai e collimos
pola carreteira abaixo, co Milhomes uns pasos atrás de nós. Ao chegar perto do
Posío entramos na taberna da tía Esquilacha, onde pararan tamén os tratantes”.
Placa número 2. Ponte da Burga
“conviña liscarse… Conque
saímos pola horta e botamos a andar por embaixo daquil bullón de auga que non
daba folgos, e meténdonos por unha verea que cruzaba unas hortas, fumos saír á
Ponte Pelamios. O ceio viña baixo, apelexado e mouro, e chovía a escachar con
rachas de vento frío. Seguimos pola beira do Barbaña até chegar aos arrabaldos
da Burga, onde nos acollimos baixo da ponte”.
As Burgas serán o refuxio
destes perdidos. Unhas Burgas onde se ían desplumar galiñas ou lava-la roupa. Unhas
Burgas coas que lindaban as terras da casa dos Andrade, que ben podería ser o
que se aprecia nesta fotografía antiga.
Nestas Burgas acordarán a
trastada de visitar esa casa e logo liscarán cara o pazo do Castelo, que ó mellor
se albiscaba ó lonxe dende a zoa da Alameda, nunha paisaxe que nesa época
estaba cheíño de vides. Dalá sairán tamén correndo:
“Eisí, meio ispidos coma
estabamos, botamos a alandillar pola encosta do monte e non paramos até o souto
dos castiñeiros onde rematamos de vestirnos, baixando logo coasi a rebollós até
darnos na carreteira nova. Alí tomamos folgos, descansando un bó anaco. Logo,
pegando un arrodeo, fumos parar aos arrabaldos do Posío, cerca da ponte da Burga.
Ao pasar logo polo petril, estaba unha grea de xente fitando pra o lonxe.
Parara súpetamente de chover e viña un vento do norde que barría con todo. Un
dos que pasaban ía decindo:
-“Pegou lume no pazo do
Castelo…”.
De volta na cidade, o trío
entrará pola “Porta do Aire” (Porta da Aira), unha das moitas que tiña a cidade
de Ourense, e da que se conservan unhas pedras mal coidadas no comezo da rúa
Xulio Prieto Nespereira. Era a entrada para os que viñan de Castela, zona de
tabernas e de paso de mercadorías: “Ao pasar pola Porta de Aire, adebecimos de
envexa ollando pra as tabernas cheias de xente”.
Parada técnica. Malia que
nesta praza hai unha fonte, non é a que cita Blanco Amor, senón unha posterior.
Xa que estamos, na Capela de San Cosme e San Damián gárdase o Belén de Baltar,quen fixo a súa particular homenaxe á novela incluíndo a figuriña da Nonó.
Seguindo por Hernán Cortés están
as pegadas dos esmorgantes.
Placa número 4. Pena Vixía (Calexón que une a rúa
Hernán Cortés coa rúa da Liberdade)
-“Temos que nos asoparar. Se
nos ven aos tres xuntos, vanse deprocatar que somos nós. Liscade cada un pola
súa beira. Dentro dun istantiño, xuntámonos na cada da Nonó. Entrade, sen
petar, pola porta da Santísima Trinidade”.
Nos arredores da actual
Praza da Ferrería andaban a casa da Monfortina e a casa Nonó, pero non se sabe
moi ben a ubicación precisa. Os esmorgantes visitaban decote estas casas, xa
que coñecían de sobra os atallos e as portas secretas. Pero non tardarán en ser
botados fóra pola Nonó, pois as súas andanzas xa son ben coñecidas…
Placa número 5. Correxedor
“Cando paramos de correr, aló pola praza do Correxidor, ouvíronse no reló da catedral as badaladas de meia noite. Tiramos pra arriba con intención de meternos na casa do Milhomes, que vivía na rúa de Crebacús”.
Crebacús era o nome popular
da rúa da Estrela, hoxe as escaleiras que conectan Correxedor con Emilia Pardo
Bazán, o mellor atallo para chegar ó cemiterio de San Francisco.
“A confianza que puña o
Bocas en todo canto falaba deume azos e botamos a andar baixando pola rúa dos
Fornos. O ceio estaba limpo e a friaxe metíase na cana dos ósos, que xa se vía
ben que estaba pra xiada. Ao cabo da rúa atopamos aberta a churrería do Parroquia”.
“E sen sabere cómo,
atopámonos na rúa do Istituto. Ao lonxe, por enmeio dela, víase vir vindo un
municipal, a paso vagaroso. A rúa estaba alampada de luar e non podiamos
atravesala sen sere ollados. Conque fúmonos deixando ir, dun en fondo, apegados
á parte sombriza, i ao chegar frente ao adral da eirexa de Santa Eufemia, vimos
que estaba aberta e metímonos nela coma ratos…”
Placa número 6. Rúa Fonte do Rei
“logo que saímos da eirexa, parámonos un anaquiño a ceibarnos daquela risa que nos abafaba, e logo fumos a dare á Fonte do Rei onde mexamos na pía, con licencia de vostede”.
A fonte está hoxe un pouco
agochada, na fachada da cafetería “La Coruñesa”, e non conserva a pía orixinal.
Estamos enfronte da Oficina de Turismo.
A esmorga está chegando ás
súas escenas finais. Aínda pasarán polo Mesón do Roxo, na rúa Concordia con
Progreso, e de volta á casa dos Andrade.
“Conque ao chegar perto da
Praza Maor, oíronse as tres da mañá, no reló da catedral. A xiada estraba as
rúas e máis os tellados, que todo somellaba de vidro polo moito luar”.
O pazo queimado, a desfeita na casa dos Andrade, demasiada augardente, e seica un morto… O Bocas, o Milhomes e o Cibrán tentan ir cara a estación do tren, pero na Ponte Vella avísanos de que non é boa idea.
“-Non, señor, ao Campo das Bestas fumos dispóis. De primeiras fumos cara a Estación. Non sei si xa dixen que tiñamos mentes de pillar o tren misto (…).
Pro cando tiñamos pasado a
Ponte Maor topéime co Barrigas, o do carromato, que estaba a enganchare, frente
á súa casa”.
“Foi diste modo como
chegamos ao Campo das Bestas que ven sere, coma vosté me enseña, o logar onde
os barrendeiros van valeirar o cisco da cibdá”.
Nunha escombreira pola zoa
das Lagoas, onde vive a tola da Socorrito, encontra cada un o fin da súa
esmorga.
Rúa Lepanto 27. Casa de Eduardo Blanco Amor
Moi preto, nesta mesma rúa,
a redacción de O tío Marcos da Portela,
primeiro xornal editado en lingua galega.
Eduardo Blanco Amor
A esmorga
Vigo, Galaxia, 1975
Grazas especiais:
José Ramón Gómez.
Técnico de Turismo e Guía Turístico. Oficina municipal de turismo de Ourense
Rafa Salgado. Ourense no tempo
E por suposto ós impulsores
deste roteiro, o Clube Cultural
Alexandre Bóveda, que ideou e colocou as placas no ano 1995.
Deseño da cerámica: Manolo
Figueiras
Textos: Afonso V. Monxardín
Selección de citas: Marcos
Valcárcel
Esquema espacial da obra:
Manuel Forcadela
Realización da cerámica:
Xesús Costa e Xoán Torres
Enlaces interesantes:
Caderno de viaxe para realizar o roteiro (feito para escolares pero moi interesante para tódolos públicos).
22 de abril de 2015
El abismo del mundo de Lluc Berga Espart
Primer libro sobre el que hay unanimidad en el grupo. No sabemos qué
extraño azar lo puso en nuestras vidas y por qué decidimos escogerlo entre
todos los títulos de las bibliotecas españolas. El caso es que es un tocho de
704 páginas. Salvo una valiente (que casi llega a las 300), la mayoría lo
abandonamos antes de la 40 (aunque casi lo dejo en la segunda al leer el nombre
de Borges escrito en vano). Aún así, y corriendo un gran riesgo, nos atrevemos
a opinar sin haber leído.
La contraportada dice:
“Yosahur, Edgar y Job abandonan su pueblo en busca de El abismo del mundo, ese lugar
geométrico donde en la Antigüedad se creía que finalizaba la tierra. Aún
ignoran que cada uno de ellos será perseguido por una obsesión proveniente de
la infancia y que marcará el destino trágico de sus vidas.
Mientras recorren la Historia de la Humanidad, tres misterios se van
entrelazando a lo largo de las páginas: un balancín, unos pergaminos
indescifrables, una muchacha sin nombre ni pasado.
Una novela cuyo eje es la amistad, el amor y la libertad. Un viaje
fascinante por el espacio-tiempo. Un relato épico y mítico donde los relojes
siguen su propio curso, regidos por el atlas y el calendario anacrónico de la
memoria y el alma”.
Corregimos (osadamente):
“Yosahur, Edgar y Job (tres
personajes mal construidos que no despiertan en el lector ni un mínimo de curiosidad)
abandonan su pueblo (un lugar fuera del
tiempo y del espacio) en busca de El
abismo del mundo, ese lugar geométrico donde en la Antigüedad se creía que
finalizaba la tierra. Aún ignoran que cada uno de ellos será perseguido por una
obsesión proveniente de la infancia y que marcará el destino trágico de sus
vidas (mientras tanto el lector ignora
muchas cosas y conoce al detalle otras que le interesarán más bien poco).
Mientras recorren la Historia de la Humanidad (o la historia de la humanidad los recorre a ellos), tres misterios
se van entrelazando a lo largo de las páginas: un balancín (el valor simbólico y misterioso del balancín
no requiere más comentarios), unos pergaminos indescifrables (mal descritos, insulsos, olvidables),
una muchacha sin nombre ni pasado (la
típica muchacha sin nombre ni pasado, en la línea del balancín misterioso).
Una novela cuyo eje es la amistad, el amor y la libertad (hablar de ejes es excesivo cuando no hay
estructura ni estilo). Un viaje fascinante (mareante, sin rumbo, confuso, aburrido) por el espacio-tiempo. Un
relato épico y mítico (totalmente plano,
sin vida) donde los relojes siguen su propio curso, regidos por el atlas y
el calendario anacrónico de la memoria y el alma”.
Desde la primera página, con esta descripción interminable:
falla todo: protagonistas infantiles, falta de ritmo, lenguaje
recargado y vacío, ambiente confuso… El lector nunca sabe dónde está ni cuándo (y muy pronto dejará de importarle).
Dos avisos: 1. Sabemos que algunos de estos "fallos" pueden convertirse en virtudes en otros libros, pero no aquí. 2. Que conste que somos un grupo muy variado y bastante optimista, que hemos conseguido sacar virtudes de otros tochos considerables. No es el caso.
Apelando a nuestra responsabilidad de lectores, quedáis avisados.
Lluc Berga Espart
El abismo del mundo
Barcelona, Hijos del Hule, 2004
Suscribirse a:
Entradas (Atom)