6 de abril de 2015

Las baladas del ajo de Mo Yan


Hay dos escenas en esta novela que no olvidaré.
Jinju embarazada y desesperada conversando con su hijo y respondiendo a sus despiadados ataques, empujada al suicidio por ese pequeño monstruo alimentado por la infelicidad.
De la otra solo digo dos palabras: cárcel y pan.
No es que sean inolvidables, es que son terribles. No es que vuelvan por su fuerza evocadora, sino que aparecen en mis pesadillas.
El impacto es inevitable. Y en las treguas te vas empapando poco a poco de esa manera de contar tan diferente.
Porque la lejanía está sobre todo en el estilo (al que nos acercamos bastante gracias a la excepcional  traducción de Carlos Ossés): lírico, descriptivo, estático, escatológico hasta el vómito, crudo, impactante, aburrido, pesado, lento.
Otros detalles nos van conectando con la China de Mo Yan. Compartimos corrupción, mentes cerradas, costumbres que prevalecen sobre las leyes, personajes que se mueven buscando amor y libertad, ciegos metafóricos y ciegos reales que ven más allá.
Las baladas del ajo es un libro interactivo. Huele a ajo*. Su lectura prolongada afectará directamente a tu estómago y la peste en los dedos dura varios días.
Si Mo Yan es despiadado con el lector, con sus protagonistas es especialmente cruel. Los sumerge en el ajo hasta ahogarlos y el ajo será su vida, su esperanza, su castigo, su futuro, y su pestilencia la marca que los diferencie. Mo Yan no se contenta fácilmente, los persigue hasta la muerte y muertos los sigue destrozando. El castigo para Jinju, que desafió a su familia escogiendo vivir una historia de amor, será cumplir, ya muerta, con el matrimonio de conveniencia que estaba pactado.
Bienvenidos al Condado Paraíso.

[He leído en alguna entrevista a Mo Yan que admira a Gabriel García Márquez. Creo que tal vez ahí esté el germen de la fama de realismo mágico que se le ha puesto al chino. En crítica literaria parece que a fuerza de repetir las cosas se vuelven verdaderas. El estilo de Mo Yan es personalísimo, igual que el de García Márquez. Y para qué buscar en otro autor lo que ya tenemos en uno.]



Mo Yan
Las baladas del ajo
Madrid, Kailas, 2008


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