Hay dos escenas
en esta novela que no olvidaré.
Jinju embarazada
y desesperada conversando con su hijo
y respondiendo a sus despiadados ataques, empujada al suicidio por ese pequeño
monstruo alimentado por la infelicidad.
De la otra
solo digo dos palabras: cárcel y pan.
No es que
sean inolvidables, es que son terribles. No es que vuelvan por su fuerza
evocadora, sino que aparecen en mis pesadillas.
El impacto es
inevitable. Y en las treguas te vas empapando poco a poco de esa manera de
contar tan diferente.
Porque la lejanía
está sobre todo en el estilo (al que nos acercamos bastante gracias a la
excepcional traducción de Carlos Ossés): lírico, descriptivo,
estático, escatológico hasta el vómito, crudo, impactante, aburrido, pesado,
lento.
Otros
detalles nos van conectando con la China de Mo Yan. Compartimos corrupción,
mentes cerradas, costumbres que prevalecen sobre las leyes, personajes que se
mueven buscando amor y libertad, ciegos metafóricos y ciegos reales que ven más
allá.
Las baladas del ajo es un libro interactivo. Huele a ajo*. Su lectura
prolongada afectará directamente a tu estómago y la peste en los dedos dura
varios días.
Si Mo Yan es
despiadado con el lector, con sus protagonistas es especialmente cruel. Los
sumerge en el ajo hasta ahogarlos y el ajo será su vida, su esperanza, su
castigo, su futuro, y su pestilencia la marca que los diferencie. Mo Yan no se
contenta fácilmente, los persigue hasta la muerte y muertos los sigue
destrozando. El castigo para Jinju, que desafió a su familia escogiendo vivir
una historia de amor, será cumplir, ya muerta, con el matrimonio de
conveniencia que estaba pactado.
Bienvenidos al Condado Paraíso.
[He leído en
alguna entrevista a Mo Yan que admira a Gabriel García Márquez. Creo que tal
vez ahí esté el germen de la fama de realismo mágico que se le ha puesto al
chino. En crítica literaria parece que a fuerza de repetir las cosas se vuelven
verdaderas. El estilo de Mo Yan es personalísimo, igual que el de García
Márquez. Y para qué buscar en otro autor lo que ya tenemos en uno.]
Mo Yan
Las baladas del ajo
Madrid, Kailas, 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario