“escucha tú que eres una persona inteligente
y no has estado loca… dime,
¿estás segura que ayer estuvimos con Satanás?”
Ácido,
crítico, cínico, originalísimo, tremendamente visual, adelantado a su tiempo,
genial, delirante, desternillante… Escribir sobre textos como este es inútil. Cualquier
reseña, opinión o resumen sonará ridículo.
Bulgákov
construyó una novela única a base de superponer niveles que han contentado a unos
y otros: sátira política, novela fantástica, amorosa*, humorística, reescritura
de la historia, metaliteratura**… Pero el lector más privilegiado será siempre
el más libre, el que la reciba como un todo. El que brinde con Margarita, al
comprender, como ella, que lo tremendo de beber sangre no es la sangre en sí: “No
tema, majestad, que hace mucho que la sangre empapa la tierra”.
En esta
visita del demonio a la tierra, paradójicamente, los que más sufrirán su ira
serán los literatos, poetas y artistas en particular, que ya van necesitando
una segunda….
Dentro de la
genialidad constante y frenética, destacan las escenas corales, esa fiesta
satánica en la que los huesos y los cadáveres podridos, al destrozarse contra
el suelo, se convierten en perfectos invitados. Y por supuesto, el teatro, el
gran montaje, el gran espejo: “Le voy a descubrir un secreto. No soy artista.
Tenía ganas de ver a los moscovitas en masa y lo más cómodo era hacerlo en un
teatro. Por eso mi séquito (…) organizó la sesión, yo no hice más que observar
a los moscovitas sentado en mi sillón”.
Si los
censores levantaran la cabeza.
Si vieran a
Moscú convertido para siempre en el escenario de Bulgákov.
Mijaíl Bulgákov
El maestro y Margarita
Madrid,
Alianza, 2012
*“el que ama
tiene que compartir el destino de aquel a quien ama”.
**“Alguien dejaba libre al maestro, igual que él acababa de
liberar a su héroe creado”.
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