30 de marzo de 2015

El maestro y Margarita de Mijaíl Bulgákov


“escucha tú que eres una persona inteligente
y no has estado loca… dime,
¿estás segura que ayer estuvimos con Satanás?”

Ácido, crítico, cínico, originalísimo, tremendamente visual, adelantado a su tiempo, genial, delirante, desternillante… Escribir sobre textos como este es inútil. Cualquier reseña, opinión o resumen sonará ridículo.
Bulgákov construyó una novela única a base de superponer niveles que han contentado a unos y otros: sátira política, novela fantástica, amorosa*, humorística, reescritura de la historia, metaliteratura**… Pero el lector más privilegiado será siempre el más libre, el que la reciba como un todo. El que brinde con Margarita, al comprender, como ella, que lo tremendo de beber sangre no es la sangre en sí: “No tema, majestad, que hace mucho que la sangre empapa la tierra”.
En esta visita del demonio a la tierra, paradójicamente, los que más sufrirán su ira serán los literatos, poetas y artistas en particular, que ya van necesitando una segunda….
Dentro de la genialidad constante y frenética, destacan las escenas corales, esa fiesta satánica en la que los huesos y los cadáveres podridos, al destrozarse contra el suelo, se convierten en perfectos invitados. Y por supuesto, el teatro, el gran montaje, el gran espejo: “Le voy a descubrir un secreto. No soy artista. Tenía ganas de ver a los moscovitas en masa y lo más cómodo era hacerlo en un teatro. Por eso mi séquito (…) organizó la sesión, yo no hice más que observar a los moscovitas sentado en mi sillón”.

Si los censores levantaran la cabeza.
Si vieran a Moscú convertido para siempre en el escenario de Bulgákov.


Mijaíl Bulgákov
El maestro y Margarita
Madrid, Alianza, 2012

*“el que ama tiene que compartir el destino de aquel a quien ama”.

**“Alguien dejaba libre al maestro, igual que él acababa de liberar a su héroe creado”.

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